La luz del sol me cegó cuando abrí los ojos. ¿ya era de día?
Pero si parecía que solo llevaba cinco minutos en la cama.
Me levanto, maldiciendo al sol que me ha despertado, y corro la
cortina de la ventana. En la suave penumbra que ha quedado, vuelvo a la cama a
intentar dormirme otra vez, inspirando el olor a vainilla de mis sábanas.
-¡Yolanda! Levántate o llegarás tarde a clase –oigo la voz de mi
madre.
¿Clase? Salto de la cama al darme cuenta de que es lunes. Con
todo el lio en mi cabeza sobre el faro, había olvidado completamente que las
clases seguían existiendo y que no me libraría de ellas.
Me visto rápidamente y salgo lo antes posible de mi casa. No
quiero llegar tarde. Mientras camino por el borde de la playa hacia el
instituto, me pongo los cascos y dejo que la música estridente suene muy fuerte
en mis oídos. En realidad, empecé a escuchar ese tipo de música solo porque mi
madre la odiaba, pero al final me acabó gustando el rock y siempre que puedo lo
escucho.
Una mano en mi hombro me hace sobresaltar, y me retiro los
cascos al ver a Lucas a mi lado. Pongo una gran sonrisa al verle. Empieza el
teatro.
-¡Hola Lucas! –le saludo con efusividad.- ¿Qué tal estás?
Él me sonríe también.
-Hola Yoli. Pues todo lo bien que se puede estar un lunes por la
mañana. ¿Qué tal tu cabeza?
-Mi cabeza bien. Ya no me duele nada.
-Me alegro mucho, y dime…¿Has vuelto al faro? ¿Has averiguado
algo más? –me pregunta interesado. Sabía que me iba a interrogar lo antes
posible.
-Sí, subí al faro un momento.
Estaba todo cambiado. Creo que el primer día me di un golpe tan fuerte
que me imaginé lo de esa rara mujer. –le digo, intentando parecer consternada –He
decidido dejar el tema en paz, paso de
calentarme la cabeza.
Veo con orgullo su sonrisa de
alivio. He conseguido engañarlo. En ese momento llegamos al instituto, y yo me
giro hacía él.
-Me voy Lucas, debo darle unos
trabajos a la profesora de informática. ¿Puedes avisar al profesor que llegaré
tarde por eso?
Él asiente y entra al aula, y yo me
dirijo a la sala de ordenadores.
La profesora Leonor, una mujer
vieja y arrugada, me da permiso para usar un ordenador. Lo cierto es que no
tengo que esperar mucho a que esa mujer se levante a ir al baño y me deje sola
en la sala. A esas horas no hay nadie que se quede en esa clase.
En cuanto se va, me siento en su
mesa y me meto desde ese ordenador en el archivo oficial del colegio. Con una
par de clics, me meto en los expedientes de los alumnos, y busco en el que
necesito.
Lucas Herrero.
Desde ahí puedo ver toda la
información que quiera de él. Tardo unos minutos más en encontrar el registro
de la biblioteca del instituto.
Aparece ante mí un listado de
libros que mi amigo ha sacado de la biblioteca para llevarlos a casa.
Él no es ni mucho menos un
apasionado de la lectura y no me sorprende ver que todos los libros que hay
apuntados son los que han mandado leer los profesores. Cuando estoy a punto de
cerrar la página, veo uno que no reconozco.
“Las criaturas marinas más
asombrosas”
Sonrió con eficiencia y cierro el
ordenador dos minutos antes de que llegue la anciana profesora.
Puede que ahora tenga algo. Si
Lucas sacó ese libro de la biblioteca, puede que en él encontrara algo clave
sobre esa misteriosa mujer.
Lucas consiguió conocerla y
averiguar cosas sobre ella, y yo tenía pensado seguir todas las indicaciones
para conseguir lo mismo.
Dejé la sala de ordenadores y fui a
la biblioteca. Después de discutir con Rubén, el profesor de lengua que hacía
guardia casi siempre en la biblioteca, conseguí que me dejara sacar el libro
durante unos días sin llevar el carnet encima. No es que nunca sacara libros de
la biblioteca, pero era tan despistada, que no recordaba donde lo había dejado
la última vez.
Para cuando volví a clase, ya era
segunda hora y el profesor no estaba, asique me senté en mi sitio a la espera del
siguiente profesor.
Pero durante las horas siguientes
me dediqué a mirar por la ventana, con el libro de Lucas rondándome por la
cabeza. Veía las hojas de los árboles caerse, y girar nerviosamente hasta
llegar al suelo, pero mi mente estaba lejos.
Recordé a la mujer que solo vi
durante unos segundos. Con el pelo largo y negro y la figura esquelética. La
piel verdosa y ese vestido que parecía agua. Si realmente esa mujer existía
dudaba seriamente que fuera humana. Además desaparecer de repente no es algo
normal. ¿Sería una criatura marina? Eso explicaría porque Lucas sacó ese libro
de la biblioteca.
Entonces el timbre del final de
clase me sobresaltó.
Me levante de un salto y salí
corriendo hacia casa sin mirar atrás.
Estaba impaciente por leer el libro.