sábado, 23 de noviembre de 2013

Capitulo 3: Consecuencias.

 Antes de abrir los ojos, noté el dolor de cabeza que me impedía pensar con claridad.
Sentí el frío del suelo debajo de mi ¿Me habría caído de la cama?
Oí pasos a mi alrededor. Debía ser mi madre, que me había encontrado en el suelo al venir a despertarme. Sentí una mano helada tocándome la frente y al instante mi dolor de cabeza se alivió.
Intenté mover mi mano, aun sin abrir los ojos, pero entonces toqué algo.
Agua.
El suelo estaba encharcado, y yo estaba sobre ella. Entonces abrí los ojos de golpe. Estaba en una habitación amplia y oscura. El suelo tenía un palmo de agua y las paredes estaban raídas y viejas. Había una mujer arrodillada a mi lado, y no tarde ni dos segundos en caer en la cuenta de que no era mi madre.
Me moví con rapidez y la mujer se levantó con sobresalto. Tenía el pelo negro y extremadamente largo, cubriéndole la cara. Era delgada, pero sus formas de mujer se adivinaban debajo del vestido color azul estancado que llevaba puesto. Era largo hasta el suelo, donde se perdía en el agua que curiosamente era del mismo color. Parecía que el vestido era parte del agua. Cuando parpadeé, le falto tiempo para desaparecer. Tanto, que pensé que la había imaginado. Creí ver una sombra al fondo, pero no puedo decirlo con certeza.
Me incorporé con el pijama empapado de esa agua que parecía llevar allí años y recorrí la habitación con la mirada.
Era una sala circular, húmeda pero con mucho polvo. En el fondo tenía un gran ventanal que ocupaba toda la pared y desde el que se podía ver el mar. Al otro lado había un piano con una pequeña ventana encima, que estaba abierta y desde donde entraba el aire frío de la madrugada.
Me volví a sentar conmocionada por lo que acababa de descubrir.
Estaba dentro del faro.
Poco a poco empecé a recordarlo todo. La playa de noche, el faro, la música, mi abrigo en el suelo, las piedras arañándome los pies y las manos. Yo cayendo al vacío.
¿qué habría pasado después de caerme? La altura era muy impresionante como para haber salido impoluta de esa caída. Me había caído de espaldas, así que por curiosidad me toqué la parte de atrás de la cabeza. Noté algo pegajoso y palidecí al ver mis dedos llenos de sangre.
Seguro que me había abierto la cabeza o algo peor, a lo mejor me mareaba si me levantaba y no podría salir de allí.
Mientras me regañaba a mí misma por ser tan idiota y atrevida, miré la parte de atrás de mi pijama. Los ositos dibujados estaban totalmente tapados por una gran mancha de sangre que cubría toda mi espalda y mis hombros.
Allí había mucha sangre. Alguien tenía que haberme curado y subido allí arriba porque con un golpe como ese tendría que estar muerta o por lo menos sin conocimiento.
Sabía que si seguía allí quieta mirándome la sangre del pijama me iba a marear de angustia asique me levanté despacio.
Miré mi reloj de muñeca y vi que quedaba poco para que amaneciera. Había estado inconsciente unas cuantas horas. Mientras pensaba si la mujer que había visto había sido producto de mi imaginación o no, abrí la trampilla del suelo y empecé a bajar las escaleras para llegar a la parte baja del faro.
Bajando las infinitas escaleras recapacité sobre las mil preguntas que rondaban en mi cabeza. Algunas de ellas ya estaban resueltas, como por ejemplo, de donde salía la música. Daría mi mano a que el piano que había arriba era el que la producía.
De esa conclusión, salieron muchas preguntas más.
¿Era la mujer del pelo negro la que tocaba el piano? ¿por qué?
Seguí dándole vueltas a todo a la vez que salía fuera por la ventana que había en la parte baja del faro.
Una vez en el exterior, me asomé al pequeño acantilado por el que me caí horas antes.
Abajo en la arena estaban mi abrigo, mi mochila y… un gran charco de sangre.
Otro más.
Bajé por las rocas con mucho cuidado, con el corazón palpitándome muy fuerte y con las manos temblorosas de miedo, mientras veía como iba amaneciendo.
Tenía que llegar a mi casa cuanto antes, porque si no mi madre se despertaría y vería que no estoy en casa.
Una vez abajo, cogí mi mochila, me puse mi abrigo, y empecé a caminar a paso lento por la arena.
Vi a gente caminando por la orilla de la playa, a esa hora los más madrugadores llegaban a dar su paseo matutino.
Intenté pasar desapercibida entre la poca gente y por suerte nadie se fijó en mí.
Cuando estaba a unos metros de mi casa y sonreía porque ya casi me veía a salvo una voz me llamó.
-¡Yoli!
Yo me giré despacio al reconocer a la persona que me llamaba.
Era Lucas, mi compañero de clase. Intenté fingir que no pasaba nada y le lancé una sonrisa falsa.
-Hola Lucas
-Como madrugas ¿eh? ¿Sales ahora a pasear? –me dice con voz animada. Joder, yo a estas horas no tengo ese ánimo.
 -No, en realidad ya vuelvo. No podía dormir y e madrugado mucho –Le miento
-Oh valla que pena, podíamos haber ido juntos a pasear –dice claramente decaído- Bueno otro día ser…¡¿Pero qué te ha pasado?! –Grita mirando hacía mi hombro.
Y me doy cuenta de que no he tapado la mancha de sangre, y él me ha pillado.
¡Qué mala suerte tengo, leche!


2 comentarios:

  1. Y ahora que???........ A esperar toca!!!
    Venga dale caña y sigue, a ver que pasa.

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    1. Ya he acabado los exámenes asi que ya tengo tiempo por fin para escribir! :)

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